domingo, 13 de septiembre de 2009

La catedral de las especies







CULTURA
La catedral de las especies
El Museo de Historia Natural de Londres abre mañana el Centro Darwin, un espacio dedicado a la evolución que alberga 17 millones de insectos
14.09.09 -
AINHOA PAREDES
LONDRES

El complejo está equipado con las últimas tecnologías.

Imagen exterior del nuevo centro Darwin. / REPORTAJE FOTOGRÁFICO: DEREK ADAMS

Dos trabajadores del museo se deleitan con los insectos disecados.



La entrada al recinto será gratuita, aunque es necesario reservar cita por Internet
Imaginamos que, como el visitante, Charles Darwin (1809-1882), se sorprendería gratamente al acceder a las nuevas dependencias del Museo de Historia Natural de Londres, que se abren mañana al público: un capullo gigante de hormigón blanco de 65 metros de altura y ocho pisos, que contrasta con el edifico original anexo de finales del siglo XIX. Este centro, bautizado con el nombre del padre de la teoría de la evolución, alberga 17 millones de ejemplares de insectos y 3 millones de plantas, y pretende ser pionero en acercar al público el mundo de la ciencia.
El nuevo Centro Darwin, al que se accede de manera gratuita aunque es necesario reservar antes a través de Internet, invita a poner en marcha todos los sentidos: la vista, para apreciar, por ejemplo, algunas de las especies de mariposas más bellas y curiosas del mundo; el oído, para distinguir el sonido de distintos saltamontes que a simple vista parecen iguales, o el tacto, para interactuar con las decenas de pantallas que nos permiten adentrarnos en una colección que reúne ejemplares como los que recogió Darwin y otros de hasta 400 años de antigüedad.
El especialista en botánica Mark Spencer está especialmente orgulloso de una sala en la que se almacenan 320 volúmenes encuadernados del siglo XVII y XVIII. Cada página de esos libros muy pesados tienen adheridas plantas de muchas partes del planeta: hay uno dedicado sólo a París, otro a Buenos Aires y varios a un país entero, como Jamaica, aunque también tienen algunas que podemos encontrar en España. «Ciertas plantas, a pesar de haber sido disecadas hace siglos, conservan curiosamente su color original. Para ello, se mantiene la temperatura del recinto a 17 grados, y la humedad relativa del 45 por ciento», explica con precisión Spencer.
En la actualidad, han cambiado las técnicas, y esas plantas se conservan en láminas sueltas. Durante la visita podemos ver en directo cómo las organizan -sólo nos separa un cristal de la sala donde trabajan los técnicos- con los que nos podemos comunicar a través de un micrófono. Por cierto, el lenguaje no tiene por qué ser una barrera porque entre el personal hay castellano parlantes. Con los que no podemos hablar, pero sí ver a través de ventanales enormes, es con los biólogos -más de 200 científicos usan esas instalaciones- que, entre otros, analizan bajo sus microscopios el ADN de las especies de insectos y plantas para reordenar el 'árbol de la vida'.
«Mostramos por qué y cómo nuestros científicos lidian con algunas de las cuestiones urgentes a las que nos enfrentamos: desde la propagación de una enfermedad -como la malaria que infecta a 500 millones de personas al año- al impacto del cambio climático sobre la vida salvaje del planeta», comenta la responsable de involucrar al público, Sharon Ament.
Inauguración real
El Museo de Historia Natural de Londres ha seducido a pequeños y mayores con piezas como el dinosaurio diplodocus de 26 metros, o la aún mayor ballena azul. Ahora, gracias a una inversión de unos 90 millones de euros, se desnuda por dentro para que entendamos la importancia de un trabajo de hormiga como es el viajar a cualquier rincón del planeta en busca de una nueva mariposa -hay unas 20.000 especies conocidas- o una cucaracha -hay 4.500 y se cree que probablemente quede al menos el doble por descubrir-, para entender mejor el planeta. Hoy, el Príncipe Guillermo inaugurará este centro, que, más de 200 años después del nacimiento de Charles Darwin, quiere, además despertar vocaciones, y demostrar que los científicos no son bichos raros. «Somos personas normales y queremos que la gente haga ciencia con nosotros», asegura la experta en mariposas, Blanca Huertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario